27 de abril de 2013

Relato II: Nerva da la orden de ataque.

Salve lectores:

Como sabéis me hayo inmerso en el proyecto de la Guardia Imperial Renegada, y como creo que ya he comentado alguna vez, no concibo un ejercito sin su trasfondo. Por lo tanto sigo escribiendo historias de ellos para ambientarlos. Aquí os de dejo la continuación del relato anterior, donde un pequeño grupo había eliminado a los centinelas de la refinería REP-94, objetivo del ataque de la centuria de Nerva (a ver si este fin de semana pinto al pobre Sirdar).

Sin más os dejo la historia, disfrutadla:

- Sirdar, la chusma está desplegada según sus órdenes. -dijo el Magir Varus
- Sirdar. -intentó de nuevo captar su atención. 
Pero el Sirdar Nerva, Servio Décimo Nerva, estaba observando detenidamente la refinería REP-94. Calculaba mentalmente cuantos serían los defensores y si tendrían apoyo de los malditos Águilas Rojas, que hacía unos pocos días habían desembarcado a apoyar a las tropas de la FDP que todavía permanecían leales al gobernador planetario. Las defensas de la refinería no eran impresionantes, se podrían flanquear fácilmente siempre que no hubiera alguna unidad de aquellos bastardos astartes. Pero poco se podía hacer, el despliegue había finalizado y solo quedaba convencerse de que el plan que iban a llevar a cabo fuese el correcto. 
Como oficial al mando de la operación su honor, y su vida, estaban en juego. Luchaba por recuperar para los verdaderos dioses su planeta natal. Aún estaban frescas en su memoria las ofensas que habían sufrido los hyberos por la obediencia feudal, casi esclava, hacia el Imperio por todos los recursos que tenía. Hyberia es un gran planeta rocoso y desértico, muy rico en minerales y en promethium. Una de las principales fuentes de abastecimiento de los grandes ejércitos del cercano sistema de Cadia. Y desde la última Cruzada Negra ya las condiciones de servidumbre se habían endurecido mucho ya que el planeta fue atacado. Un contingente del Caos, incluidos Marines de las Legiones Traidoras, habían desembarcado y tratado de ocupar el planeta. Las Fuerzas de Defensa Planetaria pronto se vieron copadas. Tuvieron que agruparse, ceder gran parte del terreno del planeta y defender las principales Ciudades Colmenas del planeta, los asentamientos mineros y las refinerías más importantes antes de que cayeran en manos del caos. En los territorios cedidos se organizaron partidas guerrilleras en espera de refuerzos, según el plan de operaciones diseñado por el mando Imperial ante esta eventualidad. Pronto llegaron unidades de marines espaciales leales, de los Águilas Rojas solo unos pocos efectivos, sin embargo, los suficientes para sabotear las instalaciones de las minas y las refinerías ocupadas. Atacar y emboscar a las columnas del caos enviadas para neutralizarlos. Y dando apoyo y formación a las unidades de élite de las Fuerzas de Defensa Planetaria, expertas en infiltración, para enviar comandos a los lugares ocupados para que intentasen asesinar a los cabecillas del Caos. Al menos a los que aún era humanos, ya que los pocos Príncipes Demonio que habían llegado al planeta eran imposibles de eliminar con un certero disparo de un humilde rifle láser de cañón largo que usaban los francotiradores hyberos o astartes, o con explosivos, y mucho menos con asaltos con arma blanca. 
Los refuerzos tardaron en llegar, ya que la Cruzada Negra atacaba con fiereza en todo el sector y hasta que no llegaron más tropas y naves de otros puntos del Imperio para contrarrestar el ataque de Abbadon no se pudieron desplegar grandes fuerzas de refresco hacia Hyberia. Sin embargo hubo un goteo continuo de equipo y armamento, junto a una eficaz infiltración de tácticos imperiales enviados como asesores y algunos Agentes Imperiales encargados de vigilar a los indisciplinados pero fieros y eficaces hyberos. Mientras estos refuerzos fluían hacia las fuerzas leales, las del caos veían mermadas sus fuerzas por redespliegues de unidades en otros teatros de operaciones fuera del planeta. Cuando se paso el punto de inflexión en la campaña, los Águilas Rojas lideraron la ofensiva que acabo con la expulsión de los invasores del planeta. 
La derrota de las fuerzas del caos fue completa, y tras la purga realizada por la Inquisición con el apoyo de los Águilas Rojas, se consideró que el planeta estaba limpio de las fuerzas caóticas. Sin embargo, si bien las grandes unidades fueron derrotadas, pequeños grupúsculos de cultistas y demagogos consiguieron infiltrarse en los niveles inferiores de la sociedad y con el tiempo ir subiendo hacía la siempre corrupta aristocracia, como la familia del Sirdar, y hacerse con influencia en las masas de trabajadores, explotadas sin piedad para pagar la deuda adquirida en la liberación del planeta. De ahí acceder a la oficialidad de la FDP y a los estratos inferiores y medios de la burocracia planetaria fue sencillo. Y cuando fu el momento estalló la rebelión contra el Imperio, liderada por la Hermandad de los Hijos Verdaderos de Hyberia, el culto caótico principal y que había fagocitado en las décadas siguientes a la liberación al resto de cultos que habían sobrevivido a la Inquisición.
Mientras miraba el objetivo marcado, Nerva había quedado en estado de trance absorbido por sus recuerdos. Por fin, las llamadas de su Magir le hicieron volver a la realidad. Consultó su cronómetro y consideró que el grupo de infiltración liderado por el Magir Pullo ya habría limpiado los centinelas del flanco de la posición defensiva de la REP-94. Era el momento de empezar el ataque. El resto de su centuria estaba detrás del terraplén, junto al apoyo blindado que su Etogaur le había concedido, dos grandes Leman Russ, el Sánguinum Furorem y el Hereticus Sanguine
Esperaba que los dioses estuvieran con él, se lo merecía, y les iba a dar sangre y sacrificios suficientes para bendecirlos. Ya que si caía la refinería no tardaría en caer la Ciudad Colmena de Valería, que se quedaría desabastecida de combustible, y los disturbios, que ya habían empezado en los niveles inferiores, acabarían por colapsar a las autoridades imperiales dejando al Etogaur Mario Sexto Bucco el paso franco a la colmena. 
Suspiró, tocó el cráneo del recién nacido que era el broche de su pergamino de escrituras sagradas, y lanzó la orden de ataque. 

Las revueltas en los niveles inferiores de Valeria, la colmena cercana a la REP-94..




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